El cine ha incidido de manera decisiva en la conformación de la sociedad actual en los últimos cien años. Especialmente desde la mitad del siglo XX, las películas de Hollywood han tenido el poder de expandir ciertos tropos, normalmente de la cultura norteamericana, convirtiéndolos en globales. A través del cine hemos aprendido lo que era el rock and roll, hemos conocido a los presidentes y la política estadounidense, nos hemos enamorado del ideal de chica norteamericana… Y también hemos entendido que las secretarias eran muy, pero que muy sexys. Esto no es algo que venga estrictamente de la sociedad del país yankee, pero sí que ha sido muy aprovechado por ella para sacarle jugo en las películas. Y no hablamos solo del cine erótico o incluso pornográfico, sino de cualquier película comercial donde aparecía una bellísima secretaria. Porque las chicas que ocupan estos puestos, siempre mujeres, debían ser muy hermosas, jóvenes y atractivas, casi irrechazables…
El puesto de secretaria, casi siempre destinado a una mujer, ha cambiado mucho en estos últimos tiempos, aunque no tanto como cabría esperar. Las auxiliares administrativas, nombre con el que se las conoce de manera oficial, suelen ser chicas muy bien preparadas en sus funciones. Estudian para tener conocimientos sobre gestión de negocios, agendas, contabilidad, preparación de mensajes… El atractivo físico no es, ni mucho menos, una condición para este trabajo. Sin embargo, en el imaginario colectivo hemos entendido siempre que la secretaria debe ser una chica bonita, incluso con un punto sensual, aunque no lo demuestre en el trabajo. Evidentemente, esto tiene una base razonable, y es que estas chicas trabajan de cara al público y por lo tanto, su imagen debe ser perfecta. Son, de hecho, como una extensión de su propio jefe, la primera persona a la que los empresarios y clientes van a ver cuando lleguen a la oficina. Debe mostrarse encantadora y con buena presencia, y es por ello que muchos se centran también en el aspecto físico para contratar a una secretaria u otra. Pero el aspecto morboso va mucho más allá de eso, y en este artículo lo vamos a analizar de manera profunda para entenderlo mejor.
Como ya hemos comentado arriba, lo cierto es que el rol de auxiliar administrativo ha sido siempre eminentemente femenino. Existen también los secretarios, pero de manera natural, parece que las empresas siempre han preferido contratar a las mujeres que a los hombres para esta posición. Esto se debe a numerosos factores, normalmente tradicionales, que hoy están un poco en desuso, pero que al fin y al cabo se mantienen en nuestra mente. Las chicas son, al menos a priori, más organizadas, más amables en el trato con desconocidos, e incluso más solicitas en aquello que se les pide. Da igual si trabajan para un jefe o una jefa, lo cierto es que la mayoría de ellas van a ser mujeres, y además, atractivas. La buena presencia es importante, pero hay algo más. Y es que en la imaginación masculina siempre se traza una vía directa entre la secretaria y el jefe, que va mucho más allá de aspectos puramente laborales.
Existen muchos motivos para imaginar el origen del morbo que se le da al rol de secretaria. Y es que está basado, como casi todo, en estereotipos, es decir, imágenes distorsionadas de una realidad que parece repetirse muy a menudo. Lo que se conoce en la cultura como cliché, y que viene a reducir a un ejemplo muy simple algo demasiado complejo. La imagen de secretaria joven, hermosa, con un punto sexy medio reprimido y muy servicial con sus jefes se ha repetido en infinidad de productos culturales. Desde libros a series y películas, pasando por campañas publicitarias. Esta imagen está basada, en realidad, en una fantasía masculina, y no en la realidad, porque de hecho no hay tantas secretarias así de sensuales y guapas en sus puestos.
El morbo también tiene un punto de prohibido, por el hecho de que estas chicas casi siempre terminan teniendo relaciones con sus jefes, algo que no debería darse. Es así como nos lo plantean en las películas y series de TV, aunque en la realidad sea distinto. La relación entre una secretaria y su jefe suele ser muy cercana, ya que ella se ocupa de muchas de las tareas cotidianas de la vida de su empleador. Desde agenciarle citas hasta comprar regalos para su propia mujer. Mientras la relación se estrecha y pasan horas trabajando juntos, la chispa suele nacer de la sensualidad de estas secretarias, que en ocasiones también aspiran a ser amantes de sus jefes. Esto les aseguraría no solo un puesto de trabajo más estable, sino también ciertos privilegios.
Ese cliché de la secretaria teniendo una aventura con el jefe ha sido aprovechado por muchos a lo largo de la historia para contar sus relatos. Sin embargo, la fantasía se ha hecho muy fuerte a través del porno, porque esta industria es precisamente experta en ello, conseguir que las fantasías de los hombres se lleven a cabo en la pantalla. El morbo de la situación no se debe solo al hecho de que la secretaria trabaje para el jefe y deba cumplir sus órdenes, en un claro ejemplo de sumisión. Se trata también de una chica que aparentemente no tiene un gran atractivo, pero se desata y se muestra como toda una fiera sexual. El estilo de secretaria que solemos ver es una chica con el pelo recogido, grandes gafas, aspecto recatado, camisa blanca y falda larga.
Esto choca con la imagen que luego vemos de la pornstar totalmente desnuda y teniendo sexo con el hombre que supuestamente es su jefe. Al espectador le gusta pensar que las chicas más modositas, las que no se muestran tan explosivas de primeras, también tienen ese punto salvaje. Y no es raro encontrar en numerosas productoras escenas donde las secretarias tienen roles principales. Esto se ha convertido también en un cliché del propio género, lo que ha generado de hecho expectativas en la vida real. Cuando una chica joven y guapa dice que trabaja como secretaria para un hombre algo más maduro, la insinuaciones no se hacen esperar. Y aunque la realidad diste mucho de la fantasía erótica del porno, no negamos que en algunos casos este tipo de relaciones también se den.
A veces la realidad supera a la ficción. En el mundo del porno nos encontramos con estrellas de todo tipo, desde chicas que siempre han querido ser actrices de Hollywood hasta mujeres que sabían que el sexo era su forma de vida. Pero antes de entrar en la industria, la mayoría ha estado trabajando en otras ocupaciones. Por ejemplo, como camareras, strippers o incluso modelos eróticas, algo muy habitual antes de dar el salto. Encontramos también a enfermeras, maestras de escuela… y secretarias, por supuesto. Las chicas que han cumplido esas fantasías en la pantalla tenían puestos similares en la vida real. En Berna, Suiza, se descubrió que una de las secretarias del Parlamento había rodado vídeos pornográficos. También ocurrió así en una escuela de México, donde la secretaria del centro tenía un seudónimo como actriz porno para rodar escenas.
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